viernes, 1 de enero de 2010

a propósito de mi participación en el Blog de Mario Conde

Me he permitido un íntimo obsequio dándome de alta en este blog, en el llevo ya algún tiempo observando y aprendiendo de las reflexiones que hacéis y que me aportan bastante a la hora de hacer las mías propias.
Nací en el 68 y como digo pertenezco a esa generación de observadores , observadores de oficio. Generación que observamos como algunos de nuestros hermanos mayores a los que la muerte de franco pilló en la adolescencia se rendían ante las banderas libertarias del mundo de la droga allá por lo 80 en eso que llamaban “la movida”, observamos como nuestros padres iban cayendo víctimas de las ruinas económicas de la crisis de también esos malditos 80, hemos estado directamente implicados en todos los acontecimientos sin ser protagonistas de ninguno. Observamos también que éramos los últimos de Filipinas de los viejos sistemas educativos que eras residuos del viejo sistéma Napoleónico y transmitido por los escolapios , jesuitas, y demás profesionales docentes que se iban desintegrando por la bandera del progreso anglosajón y las películas de pedantes universitarios que nos tenían a todos maravillados, digamos que tras nosotros llegó el abismo, hemos asistido al entierro de la olivetti y el nacimiento del ordenador personal al que nunca hemos dominado por eso de verlo como al hermano pequeño que por principio nada tiene que enseñarnos. Y así, la realidad del bienvenido Mister Marshall de Berlanga dejó de ser parodia y adoptamos los sistemas educativos de créditos, autodiseños de programas , y multitud de facilidades que lo único que ha traído ha sido perjudicar a los talentos naturales que por estadística siempre seguirán surgiendo. Agradezco el poder haberme formado en una de esas últimas promociones de la facultad de Bellas artes cuando aún se la relacionaba con la academia de San Fernando antes de ser invadidos por los sistemas de créditos y del “todo vale”.
Como digo lo único que he tenido claro todos estos años es que nací para ser observador y de eso he hecho mi profesión , la de pintor y fotógrafo.
Claro que esto no quiere decir que la característica de observador me impida mojarme y tomar partido en la defensa de ciertos valores, es más, me siento en la obligación moral de hacerlo.
Aquí desde mi situación de voluntario exiliado , me entristezco observando a diario el panorama en el que se encuentra nuestro querido país. Le veo enfermo , por no decir grave , y lo que más me duele es que veo a un enfermo que no quiere curarse ,y no será por que no le interesa. Por un lado unos no saben como curar sus heridas que cada vez son más grandes, y los otros no hacen más que retorcer el bisturí para hacer los cortes más amplios, con la deseada esperanza de convertirse en un futuro en los gloriosos resucitadores de un cadáver llamado España. Y así no hay manera de que las partes de ese cuerpo que son los ciudadanos de a pié y que están perdiendo la esperanza les llegue un mínimo de oxígeno a sus hogares.
Gracias a Dios ,harto de leer prensa cada vez más aburrida se puede uno refugiar en espacios como este blog en el que mientras exista gente dispuesta a seguir usando el sentido común me hara ver que hay esperanza.